martes, 4 de junio de 2019

Mis queridos padres


Ricardo Zabalza y su esposa Obdulia Bermejo (Álbum familiar)

Mis queridos padres:

Cuando leáis estas líneas yo no seré más que un recuerdo. Hombres que se dicen cristianos lo han querido así y yo que nunca hice daño a nadie a sabiendas me someto a esta prueba con la misma tranquilidad de conciencia que presidió mi vida entera.

Vosotros en vuestra sencillez religiosa no os explicaréis como un hombre que ningún crimen cometió - el propio fiscal lo reconoció así en su informe- y sobre el que no existe tampoco acusación de hecho vergonzoso alguno, pueda sufrir la muerte que me espera. Para comprenderlo, recordad a mi hermano Javier. Él también era bueno, trabajador y noble y ya sabéis lo que hicieron con él. Pero la muerte de los hombres justos no debe producir pena. Vosotros creéis en una Divinidad llena de amor y mal podría serlo si castigara a los buenos, mucho más cuando Cristo murió mártir de sus doctrinas.
Miles de hombres han seguido después su ejemplo y nosotros vamos por la misma vía, dando la sangre por nuestras ideas que también quieren el amor y la fraternidad humana, pese a cuanto digan los calumniadores.

Yo os ruego que me perdonéis si alguna vez -también sin pensarlo- deje de cumplir mis deberes de hijo. Me voy sin rencor. He recibido muchos agravios en el cuerpo y en el espíritu; pero yo los he olvidado todos.

Quedan mi mujer y mi hijito Abel. Sé que mientras viva Obdulia será capaz de sacar adelante al niño y hacer de él un hombre como yo; pero quisiera que vosotros le profesarais cariño y os ayudarais mutuamente. Obdulia tiene el corazón muy generoso y el nene promete un carácter como el de mi mujer y el mío. En la última carta que me escribía me decía que recibieron la foto de la mamá y que Abelito la llamaba "abela".

Queredles porque lo merecen. Dejo unas cuantas fotos del nene y de Obdulia. Encargaré que os las mandaran a vosotros. Es mi último recuerdo. Una foto de la mamá, de mi compañera y de mi hijito me acompañaran a la tierra. Por respeto a vuestras creencias guardé entre mis papeles la estampa que Carmen me mandó hace meses. Allí se quedó: ya véis para lo que ha servido. Queridos padres: valor y ánimo. Mis hermanos os ayudarán y consolarán. Voy a unirme a Javier en la paz del martirio y del descanso. El pulso firme con que os escribo, os dirá cual es el estado de mi conciencia. Ella es una juez incorruptible y me dice que soy inocente. 
Os envío todo mi cariño en un abrazo.

Ricardo. En Capilla 24 de febrero de 1940.






Febrero 24-1940.
Mi queridísima Obdulia:

Unos renglones para darte una mala noticia. He sido juzgado por los tribunales correspondiéndome la última pena. Ignoro cual será mi suerte, pero vale más estar preparado para lo peor. Los antecedentes de otros amigos, no son para sentirse demasiado optimistas y yo he mirado siempre esta eventualidad con valor y serenidad y así deseo que lo hagas tú. Tienes una labor grande que cumplir al lado de nuestro hijo que es el criarlo y educarlo sí -contra las esperanzas que todos podamos formularnos- Me tocará a mí estar eternamente ausente de vuestro lado. La vida es lucha y el perderla no es más que un accidente en el combate. Por eso hay que estar siempre listos para afrontarlo.

Os escribo estos renglones a vuela pluma. Los ampliaré más adelante con nuevas impresiones, ¿optimistas? ¿pesimistas? Veremos. Recibe muchos besos de quién ahora es tuyo y de nuestro pequeño.

Ricardo






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