En capilla, a las 3 horas del
3/7/41
Queridos hijos:
Estoy viviendo las últimas horas
de mi vida y pienso en la vuestra. Quisiera poder daros un abrazo y, a pesar de
la distancia que lo impide, os beso “in mente”. Seguir mi conducta, que siempre
fue honrada; dejaros conducir por los buenos amigos que me acompañaron en el
encierro; estudiar mucho y me honraréis con vuestra vida como yo os honro con
mi muerte.
Mirar por vuestro abuelo, querer a vuestros tíos, amar a vuestra
madre y no olvidaros que Clarita hizo todo lo que pudo por salvarme sin que la
guiase ningún egoísmo. Ser, vosotros, así de pródigos para vuestros semejantes.
Muero tranquilo y orgulloso de morir por lo que muero. Quique, que vio mi
Consejo, sabe cómo me porté.
Bueno, hijos míos, recibir un
abrazo muy fuerte que os envía vuestro padre. Otro para el abuelo, María, mamá
Petra, Familia Ponte, Villar, Francisca, tía Elisa, Mamerto y para todos los
primos y demás. Me quedan dos horas escasas. ¡Adiós, hijos míos!
Vuestro padre.
Germán
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