
¡Madre mía!
Tú que en todo momento me nombrabas
pues pronunciando mi nombre te creías
que a tu hijo predilecto le mecías
igual que cuando en la cuna me cantabas.
Tú, madre cariñosa, que soñabas
y pensando conmigo te dormías;
que tanto me adorabas y querías
porque de corazón me idolatrabas.
Desde niño tus besos, se quedaron,
Como dardos, clavados en mi pecho;
siendo rosas que no se marchitaron…
Tanto bien mi desgracia no ha deshecho,
tus caricias en mi alma se grabaron
y hoy me abrazan y besan en mi lecho.
QUIQUE
Prisión de Porlier 17-10-39
Enrique fue fusilado la madrugada del 18 de octubre de 1939. Este soneto último (era aficionado a la poesía) que dedica a su madre Isabel hizo las veces de carta de capilla
![]() |
| Poema de capilla (Colección familiar) |

No hay comentarios:
Publicar un comentario