Querida Juani de mi vida y de mi
corazón:
Quisiera que jamás leyeses esta carta. Leída por mí mientras
cariñosamente te tuviera en mis brazos, el dolor intenso que ahora te produce
se hubiese transformado en suave e intensa felicidad. Sí, muñeca, lo temido ha
llegado. Siento un peso terrible que me oprime el corazón al pensar que soy
causa del mayor disgusto de tu vida, pero...yo no tengo la culpa y quiero que
te lleguen como un bálsamo mis últimas caricias. (...)
Te dejo el orgullo de mi limpia
historia revolucionaria, de mi nombre, querido hoy por las masas de la juventud
madrileña, por los obreros, por los JJ SS UU (...) Dejo hecho el encargo de que
no me separen ni después de muerto, de mis mejores amigos, camaradas y
hermanos: Domingo y Guillermo. (...)
Quiero también que todos los años
en el aniversario de mi fusilamiento me lleves un puñado de flores rojas. ¡Qué
quieres, hasta en la hora de la muerte voy a ser mimosillo y caprichoso! Me las
llevarás, ¿verdad? (...)
Muero orgulloso de dar la vida
por mi pueblo y mi juventud. El saber que he cumplido con mi deber para con la
JSU, el Partido y la Revolución invade mi corazón de felicidad y me da alientos
sobrados para enfrentarme al piquete. Siento el orgullo de mi fidelidad a la
juventud madrileña que me ha proporcionado su cariño. No hay nada tan grande
para un joven, hijo de la clase obrera madrileña, como el honor de haber
llegado a ser dirigente de la juventud más heroica, más valiente, más rica en
sentimientos revolucionarios que hoy existe en toda España. (...)
Muñeca, son mis últimas letras y
por tanto las más dolorosas. Me cuesta trabajo creer que ya no me miraré en tus
ojos, que jamás volveré a estrecharte contra mi corazón, que mi muerte se
acerca produciendo un vacío inmenso en tu alma angustiada. Pero es así. Hay que
despedirse. ¿Qué decirte? Nada. Puedes figurarte la emoción que embarga mi
corazón. Pero como conmigo la vida no acaba, terminaré como siempre.
¿Me quieres chatita? Yo, mucho,
mucho, mucho...
Recibe mis últimos besos, que yo
me llevo tus recuerdos y tus caricias a la eternidad de la muerte.
Te qui...so, no; aún te quiere.
Genio
Madrid, Cárcel de Porlier. 19 de
Mayo
(Querido Eugenio. Juana Doña.
Lumen 2003)
Pero sus últimos besos serían en la misma madrugada de su fusilamiento en el Cementerio del Este:
Cárcel de Porlier (Madrid). 3 de
Julio de 1941.
¡Ánimo Juani querida! Estoy en
Capilla, aquí en la misma celda, Guillermo y Mingo. No llores, aprieta el
corazón como lo aprietan diariamente millares de muchachas soviéticas que
pierden la ilusión personal de su vida en los territorios de la frontera
soviética. Sé que eres valerosa, y sobre todo comunista.
Muero con la tranquilidad de
haber cumplido con mi deber revolucionario, de haber sido feliz contigo y, de
haber permanecido siempre fiel a tu cariño.
En la amistad, en el cariño de
los amigos y en Kuki encontrarás un bálsamo para curar la herida que hoy queda
abierta tan profundamente en tu joven corazón. Y en la seguridad de que muero
concentrado en un solo recuerdo, tu figura, la de nuestro querido hijito, y la
bandera del Partido, que se ofrece victoriosa en tiempos muy próximos.
Ayer nos decías que si queríamos
flores enviadas por ti. Sí, llévalas allí, a la fosa común, donde caigan
nuestros cuerpos, que es lo único que de nosotros pueden fusilar. Si llegas a
tiempo, aunque esté frío dame un beso ¿quieres? Yo ya me llevo la esperanza y
¡estoy más contentito!
A madre, Valia, Pepito, Cheli,
Antoñín, Kuki, cúbreles de besos. No quiero lágrimas ¡Acción, acción y acción!
Es lo que necesita la juventud y
la clase obrera.
Para ti mis postreros besos,
muñeca mía ¡Qué seas feliz!
Te quiere, Eugenio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario